
La historia del sabio Matacapa
Consejero de Papas y grandes hombres del Renacimiento que puso juicio y cordura en complejos y variados temas.
El Gran Ducce preguntó a Domenico en qué estilo decorativo debía proyectar su próximo palacio. El venerable anciano sonrió y dijo:
Más qué esperas viejo amigo, si decides con el corazón lo que la razón debe gobernar. Guiar es guiarse a uno mismo, desde la cúspide del triángulo, desde la visión poderosa que todo lo puede, desde la misma esencia a la que hay que dar forma. Elige la coordenada en el lugar donde quieras ver salir el sol cada día. Después construye allí tu Palacio desde el mismo cimiento y no en el aire de la falsa piedra. Si entregas tu gran obra a la moda pasajera sólo será eso, una bella forma carente de sentido que también se perderá en las sombras.
Domenico Matacapa, sabio florentino del siglo XV. Consejero y confidente de Papas y grandes hombres.
La leyenda de Matacapa
En la Florencia del siglo XV no se construían solo edificios: se proyectaban visiones del mundo. Era una ciudad vibrante, bañada por la luz del Renacimiento, donde el arte, la política y los negocios se entrelazaban en las plazas, los talleres y las casas de poder.
Bajo el mandato de los Médici, banqueros convertidos en mecenas, Florencia no solo acumulaba riqueza; cultivaba pensamiento. Cada palacio, cada cúpula, era un manifiesto de intención. Todo tenía un propósito más allá de lo ornamental: reflejar una idea, un orden, una visión que perdurase más allá del tiempo.
En la Florencia del siglo XV cada palacio o edificio proyectaba una visión del mundo
En ese contexto, figuras como Domenico Matacapa —filósofo, consejero y arquitecto del pensamiento estratégico eran necesarias. Su función no era dictar modas, sino ayudar a traducir la esencia de una familia, una institución o un legado en formas visibles, duraderas, con sentido.
No era un decorador de palacios, sino un diseñador de fundamentos. Su enfoque era claro: todo lo que no nace desde la esencia está destinado a derrumbarse. Y eso, siglos después, sigue vigente.
La empresa como construcción: ¿moda o sentido?
Hoy, muchos líderes empresariales se enfrentan al mismo dilema que aquel Gran Ducce del relato. ¿Proyectamos una organización desde la tendencia o desde nuestra visión profunda? ¿Creamos soluciones digitales porque hay que estar en lo digital, o porque hemos identificado una necesidad interna o del cliente que lo justifica?. En tiempos de cambio constante, sobran herramientas, pero falta dirección.
El entorno nos empuja a actuar deprisa, pero nada sustituye la claridad de saber hacia dónde se quiere ir.


¿Y si la estrategia empieza parando a pensar?
Los mejores proyectos que perduran no nacen del azar ni de una moda puntual. Surgen de entender lo esencial:
¿Qué problemas reales enfrentamos? ¿Qué nos diferencia de verdad? ¿Qué palacio queremos construir, y para quién?
Es aquí donde entra el diseño estratégico, no como una moda metodológica, sino como una forma de pensar el futuro con base firme.
Una propuesta para los líderes de hoy
Tal vez no necesitemos un nuevo software. Ni un rebranding. Tal vez lo primero sea detenernos, observar desde la cúspide del triángulo —como decía Domenico— y decidir desde ahí.
El liderazgo no se trata de gestionar lo urgente, sino de construir con intención.
De elegir dónde queremos que salga el sol… y entonces, diseñar el sistema que lo haga posible.
Tal vez lo primero sea detenernos, observar desde la cúspide del triángulo —como decía Domenico— y decidir desde ahí.


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